La Torre de Babel
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Sergio Lehmann
Durante un ya largo rato hemos visto cómo distintos actores políticos, grupos de interés y referentes sociales hablan en su propio idioma, sin escuchar al otro, sin buscar el entendimiento.
En Chile hemos construido una verdadera Torre de Babel que no lleva a ningún destino, sino que más bien nos separa, estableciendo barreras que impiden el trabajo en equipo. Buscar el propio beneficio, trasmitiendo un discurso miope y populista, hace imposible construir un país de bases sólidas que lleve a un mayor bienestar para su gente.
Lo que viene en materia de proceso constitucional podría marcar el inicio de una nueva etapa, en la que, a través del diálogo, la búsqueda de acuerdos y el trabajo conjunto, podamos avanzar y reafirmar las bases para un mayor desarrollo económico. A nivel global también vemos que se han erigido torres de Babel por doquier.
Más allá de las legítimas discrepancias, se advierten dificultades para alcanzar acuerdos en materia comercial entre las grandes potencias económicas, Estados Unidos y China, al tiempo que en Europa advertimos que crece la posibilidad de un Brexit sin acuerdo. Concentrados más en aquello que los diferencia, los puentes que lleven a un mayor entendimiento y cooperación parecen más bien olvidados.
Insertos en un escenario en el que priman las divisiones y miradas cortoplacistas, enfrentamos, como bien sabemos, la crisis económica global más profunda en casi cien años. Los desafíos sociales que han surgido a propósito de la pandemia exigen que nos concentremos en los puntos de encuentro.
El Fondo Monetario Internacional publicó en su reciente informe WEO que, si bien las variadas y novedosas respuestas de política económica permitieron contener parcialmente los impactos de la crisis, la salida es compleja e incierta. Las heridas que habrá dejado la crisis se irán haciendo evidentes en la medida que se vaya normalizando el funcionamiento de las economías, lo que llevará a exigentes desafíos.
Mal momento para la polarización, que si bien siempre es nociva, en momentos como éste deja marcas más profundas. El FMI destaca que la contracción que ha sufrido la economía mundial se asocia en magnitud equivalente a los confinamientos y al distanciamiento social voluntario. Esto es un impacto en el PIB vinculado a cada factor en torno a 7%, lo que por cierto ha permitido salvar millones de vidas.
Este resultado implica que a pesar de que se flexibilicen las restricciones sanitarias, siguiendo al control de los contagios, se mantendrá un efecto duradero, concentrado en algunos servicios, hasta que toda la población se encuentre vacunada contra el Covid-19, lo que recién podría ocurrir hacia el segundo semestre de 2021. Se resalta también que el impacto negativo en la movilidad, y por tanto en las oportunidades de trabajo, ha sido mayor en el caso de mujeres, adultos mayores y jóvenes.
Estos grupos se muestran entre 5% y 10% más afectados que el resto de la población. Ello obliga a diseñar políticas que se focalicen precisamente en estos segmentos. Es importante, entonces, concentrar los esfuerzos en superar la difícil coyuntura, reforzando los fundamentos de la economía. Es clave proveer señales que fortalezcan las expectativas y que minimicen la incertidumbre, de forma de dinamizar la recuperación y afrontar los enormes costos que hemos debido incurrir para contener la crisis. Cada cual hablando en su propio lenguaje y para sí, es imposible avanzar. Aún estamos a tiempo en Chile de construir puentes a través de un diálogo constructivo.